En pleno debate sobre el porvenir de Ucrania en la era post-conflicto, surge la propuesta de un “Plan Marshall Verde” para compaginar la reconstrucción del país con su modernización y descarbonización industrial. Una de las claves de esta ambiciosa transición será la transformación del sector siderúrgico, pilar de la economía ucraniana, hacia la producción de un acero libre de combustibles fósiles: el acero verde.
INTRODUCCIÓN
En el contexto actual de revolución industrial y crisis climática, el acero verde o ecológico promete transformar la producción siderúrgica, la cual genera actualmente el 8% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) producidos por el ser humano. Este material se distingue por su proceso de fabricación sostenible, basado en el hidrógeno y las energías renovables, además de en la captura y almacenamiento del carbono, rompiendo con la tradicional dependencia de combustibles fósiles como el carbón y el gas natural.
En el caso de Ucrania, el sector metalúrgico es una piedra angular de su economía, contribuyendo con el 12% de su producto interior bruto. Asimismo, antes del conflicto con Rusia representaba el 23% de sus exportaciones. La interrupción parcial del suministro de gas ruso, la pérdida de control sobre la cuenca minera del Donbass y de importantes fábricas de acero, como la de Azovstal, destruida durante el Sitio de Mariúpol, han supuesto un duro golpe para esta industria estratégica del país. No obstante, también abre un nuevo escenario de reconstrucción en el que se pueda reorientar su industria para adaptarse a las necesidades del futuro, donde la innovación y la sostenibilidad determinarán su competitividad.
EL ACERO VERDE, MEGATENDENCIA EN EUROPA
El acero desempeña un papel fundamental en el avance de las energías renovables, siendo esencial, por ejemplo, en la construcción de molinos eólicos y placas solares. Paradójicamente, el acero comúnmente utilizado en estas infraestructuras proviene de un proceso de producción muy contaminante. En respuesta a este desafío, los países europeos están impulsando numerosos proyectos de acero verde, en línea con el Objetivo 55 de reducción del 55% de emisiones de gases de efecto invernadero asumido por la UE para 2030 y el Pacto Verde Europeo para alcanzar la descarbonización total para 2050.
Un ejemplo de estos proyectos es el start-up sueca H2 Green Steel, que planea producir 5 millones de toneladas de acero verde para 2030. Pese a que su primera planta no estará operativa hasta 2025, ya ha cerrado acuerdos para proveer a grandes compañías como IKEA, Mercedes-Benz y BMW. En Suecia también se ha desarrollado la iniciativa HYBRIT, cofinanciada por el Fondo de Innovación de la UE, que busca transformar la producción de acero a nivel mundial con un enfoque revolucionario basado en hidrógeno verde.
Teniendo en cuenta la dimensión de las macrogranjas eólicas proyectadas en el Mar del Norte y el Mar Báltico para los próximos años, será necesaria una gran cantidad de acero para cubrir la demanda Europea, y éste deberá ser libre de combustibles fósiles si se quiere cumplir con sus estándares ecológicos.
EL GRAN POTENCIAL DE UCRANIA
La pérdida de acceso de Ucrania a los recursos del este del país, bajo control ruso, empuja a Kiev a buscar alternativas innovadoras. Tradicionalmente, ha situado sus plantas siderúrgicas en las proximidades de las fuentes de carbón. Al liberarse de la dependencia de éste, Ucrania puede diversificar la ubicación de sus plantas siderúrgicas, situándolas en áreas estratégicas como cerca de vías fluviales o del puerto de Odesa. Esto no solo podría aumentar la seguridad en el suministro de materias primas, sino también optimizar la logística de transporte, facilitando la exportación de productos de acero a través de puertos marítimos. Como cabría esperar, una eventual adhesión de Ucrania a la UE impulsaría en gran medida el desarrollo de este sector productivo.
Ucrania ya ha iniciado su transformación del sector del acero, dando pasos iniciales como la transición de la producción basada en carbón a la de gas natural en algunas acerías, e incluso la construcción desde cero de una planta de producción que utiliza el método del arco eléctrico, como es el caso de Interpipe Steel. No obstante, la adopción generalizada del acero verde se encuentra con considerables obstáculos, tanto políticos como tecnológicos y económicos. De hecho, el Gabinete de Zelensky ya ha reconocido que la reconversión industrial no podrá comenzar hasta que la guerra concluya. En caso de que la guerra se convierta en un conflicto congelado, como ha sucedido en otros lugares de la región, es innegable que la atracción de estas inversiones cruciales se verá comprometida.
Además, en la Conferencia de Reconstrucción de Ucrania se estimó que eran necesarios más de 400.000 millones de dólares para la reconstrucción de la economía ucraniana, factura que crece diariamente mientras continúan los combates. Finalmente, cabe destacar que la tecnología para producir acero verde todavía se encuentra en una fase temprana y su viabilidad económica para implementarla a gran escala aún está en cuestión.
CONCLUSIÓN
El acero verde promete revolucionar la industria siderúrgica, y diferentes países europeos ya son conscientes de ello y lo están desarrollando. No obstante, esta transformación enfrenta desafíos técnicos significativos, como la incertidumbre que aún persiste en torno a la aplicación del hidrógeno en el proceso de transformación del hierro o la eficiencia de la producción sostenible de éste.
Además, las instalaciones siderúrgicas existentes a menudo no pueden ser modernizadas, lo que implica la necesidad de construir nuevas plantas desde cero y adaptarlas a las tecnologías emergentes. La adaptación de Ucrania a esta nueva era industrial, aunque presenta grandes oportunidades, deberá abordar estos obstáculos técnicos y a la vez obtener un gran respaldo financiero del exterior.
La resolución del conflicto con Rusia se erige como un factor determinante para el éxito de la transformación industrial en Ucrania. La estabilidad y la paz son condiciones esenciales para que Ucrania pueda aprovechar las oportunidades que presenta esta nueva era industrial. En este contexto, el peor escenario posible sería la enquistación del conflicto o una nueva ofensiva rusa que afectara a los importantes centros mineros e industriales que rodean Dnipró y Zaporiyia.
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