A finales de 1950, la URSS y EE. UU comenzaron la carrera espacial. Ahora en el siglo XXI, los estados con poder espacial son muchos más, destacando China, India o Francia. La normativa jurídica internacional es poca y no se encuentra muy desarrollada, pero España se encuentra entre los candidatos para ser una futura potencia en el espacio.
EL ESPACIO COMO CAMPO MILITAR: SITUACIÓN ESPAÑOLA
El ser humano ha explorado valles, planicies y llanuras. Siguiendo su curiosidad innata, su afán de nuevos y mejores recursos y buscando supremacía sobre los países colindantes se lanzó a la mar, viajó a nuevos continentes, ha explorado el polo norte y ha bajado a la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo de la Tierra.
Así mismo, también ha tenido el valor de explorar, el denominado, cuarto dominio: el espacio ultraterrestreo espacio exterior. Podemos definirlo como aquellas regiones fuera de la órbita de los planetas u objetos terrestres.
Historia de la carrera militar en el espacio
En el contexto de la Guerra Fría entre la URSS y los Estados Unidos, ambos países declaran sus intenciones de dominar el espacio en 1955, durante el Año Geofísico internacional.
La carrera militar en dicho dominio desde entonces, y hasta hace poco, ha estado predominantemente basada en la actuación de ambos países. En 1957, la URSS fue capaz de enviar fuera de la órbita terrestre el primer satélite, en octubre, y en noviembre a la perra Laika, el primer ser vivo en salir al espacio. Su rival no fue capaz de lanzar el primero hasta dos meses después, el Explorer I, pero remontó lanzando en mayo de 1958 el primer satélite alimentado con energía solar, el Vanguard I, que, a diferencia de sus contrapartes rusas, sigue en órbita hasta el día de hoy, pese a dejar de comunicarse con la NASA en 1964.
Las victorias y derrotas para ambos contendientes continuaron sucediéndose. Así, el lado americano se apuntó contundentes victorias como el primer satélite de comunicaciones (1958), mandar un astronauta a observar la cara oculta de la Luna (1968), el primer aterrizaje en la Luna (1969) o ser capaz de enviar satélites a Júpiter (1973) y Mercurio (1974). En cambio, la URSS fotografió antes la luna de cerca (1959) o envió al primer hombre (1961) y mujer (1963) al espacio. Dicha competición pareció acabar en 1975, con el acoplamiento de las naves Apolo 18 y el Soyuz. De igual manera, ambos países han seguido un gran y potente crecimiento en el sector, con satélites más capaces, la creación de misiles antisatélite o los aviones espaciales.
Por otra parte, a nivel del viejo continente, que no quería quedase fuera de dicha competición, se crearon dos organismos supranacionales en 1964 enfocadas al espacio: la Organización Europea para el Desarrollo del Lanzamiento y la Organización Europea de Investigación Espacial. Acabarían fusionando en 1975 para crear la actualmente Agencia Espacial Europea.
A día de hoy, se ha consolidado como potencia espacial gracias al desarrollo de los eficientes programas de lanzamiento ARIAN o ARIANE V, capaz de poner pequeños satélites en órbitas bajas y de mediano alcance. Tienen ambiciosos proyectos en mente, como la exploración de los polos solares con la misión Solar Orbiter.
Por último, pero no menos importante, en el continente asiático, China lleva varios años creciendo como potencia en este nuevo campo de investigación. Desde marzo de 1956, Pekín ha venido estudiando la forma de llegar al espacio. En 1971, finalmente se consigue con el lanzamiento del DFH-1. En 2003, fue capaz de enviar sus primeros astronautas al espacio, lo cual ha repetido 10 veces más, y en 2013 pone vehículos en la superficie selenita.
También India puede presumir de poner satélites en la luna desde agosto de 2023. Japón ha intentado llegar a la luna, pero por ahora no ha tenido éxito.
Normativa legal aplicable
En el espacio no hay un estado soberano, por lo que desde los inicios de la carrera espacial se han hecho esfuerzos por tener una regulación jurídica internacional que permita el correcto aprovechamiento de los países, como muestra el Tratado del Espacio Ultraterrestre aprobado en la ONU en 1967. Está ratificado y/o consentido por 110 países, entre ellos Estados Unidos, Bélgica, Australia, Egipto, Dinamarca o España.
Dicho tratado está complementado por dos convenios, de responsabilidad por daños causados (1972) y sobre el registro de objetos lanzados al espacio (1976); y otros dos acuerdos internacionales, sobre el salvamento y devolución de astronautas (1968) y sobre la actividad de los estados en la luna (1979). Todos estos documentos conforman el Corpus Iuris Spatialis, en caso de que pueda recibir ese nombre.
Son varios los principios fundamentales: la libertad de exploración (artículo 1 Tratado de 1967), abierto a todos los estados sin discriminación y siempre respetando el Derecho Internacional; la no apropiación (artículo 2), siendo imposible la anexión por ningún estado de alguna región o cuerpo espacial; la prohibición de emplazamiento de armas nucleares en el espacio (artículo 4); y el principio de cooperación mutua (artículo 9).
A estos esfuerzos jurídicos se une ahora la Unión Europea. La Comisión anunció en su comunicación al Parlamento Europeo sobre Estrategia Espacial de la Unión Europea en materia de Seguridad y Defensa que se propondría a los estados miembros el desarrollo de una Ley Espacial comunitaria.
Aplicaciones militares del espacio
Desde el principio de la carrera en el ámbito ultraterrestre ha existido un fuerte carácter militar. El primer satélite de espionaje, Corona, fue lanzado por Washington en 1959. La mayoría de los lanzamientos de satélites en la Guerra Fría fueron con carácter militar, defiende el catedrático Mark Hillborne. Países y organizaciones lo han declarado dominio operacional militar, como la OTAN.
Los principales usos militares del espacio son el espionaje, comunicaciones, coordinación de movimientos de tropas, interferencia de señales GPS, etc. Otro uso fundamental es su aplicación en escudos antimisiles, como la Cúpula de Hierro israelíta o el Escudo Europeo del Cielo. Ciertos estados tienen sus cuerpos militares espaciales, como EE.UU., China o Francia.
Caben usos militares aplicados en las alturas espaciales, como los satélites desarrollados por China o Rusia para interferencia física con otros satélites, creación de campos electromagnéticos, el impulso a la creación de armamento antisatélite (ASAT) o el supuesto ataque ruso a las telecomunicaciones militares ucranianas en el contexto de la guerra en Ucrania.
Con el crecimiento de Internet y las nuevas tecnologías, así como la privatización del espacio, grandes sectores de la economía, como los bancos, el sector financiero o la energía, usan satélites para llevar a cabo operaciones básicas del día a día. Esto añade un nuevo riesgo, según señala el comandante Ricardo Cano, de “agentes grises”.
Posición española
España, como el resto del mundo, está adaptándose a esta realidad. Recientemente, el Ejército del Aire español fue renombrado Ejército del Aire y del Espacio. Cada vez se desarrollan más programas espaciales y satelitales, como el satélite de tecnología radar Paz de la compañía Hisdesat o los programas SECOMSAT o HELIOS I, tanto del sector público como privado.

Fachada del cuartel general del Ejército del Aire y del Espacio. Fuente: Ejército del Aire y del Espacio.
El progreso en este ámbito viene muy marcado por la cooperación con la Unión Europea y otras organizaciones internacionales. Esto genera problemas propios, como son la coordinación y fomento de proyectos con el resto de naciones pertenecientes a dicha organización internacional. Aun así, el general español Carlos de Salas, defiende a su patria como “una potencia en la Europa del Espacio”.
Así, destaca principalmente por su industria puntera, estratégica y con enorme potencial, como demuestra el programa SPAINSAT NG. La patronal sectorial, la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE), tiene como socios a noventa empresas con alto grado de especialización, que dan trabajo a más de 5.000 personas y factura 980 millones de euros anualesaproximadamente, lo cual posiciona a España en el cuarto lugar europeo. El ochenta por ciento de lo producido se dedica a exportaciones, fundamentalmente a los socios continentales.
Xavier Llairó, cofundador de Pangea Aerospace, defiende “hoy tenemos un sector que ya puede optar a mayores retos como liderar misiones o tener acceso independiente al espacio con tecnologías punteras y superiores al estándar de mercado”. Otras autoridades en la materia, como Miguel Ángel Molina Cobos, director general de GMV, reconocen que la industria nacional tiene amplio prestigio internacional. El problema es los pocos recursos que se pueden invertir en comparación con otros países, continúa explicando.
El último gran hito español fue el 7 de octubre de 2018 con el lanzamiento del cohete privado MIURA-1, creación de PLD Space, desde la provincia de Huelva, España. Esta construido por completo con tecnología española y ha servido como modelo para el ya previsto MIURA – 5. Así «España se convierte en el décimo país del mundo con capacidad directa al espacio», señala la compañía.
CONCLUSIONES
La protección y control del espacio se hace hoy en día esencial para un estado desarrollado, o en vías de estarlo, lo que otorga importantes argumentos a favor de un mayor desarrollo tecnológico e innovador en el espacio, sobre todo en temática de seguridad y defensa. La creación de nuevos cuerpos militares especializados en el espacio y el impulso a los proyectos en marcha, dan a entender que los estados son conscientes de esta nueva realidad.
Quedan aun así un montón de retos que superar, como el desarrollo de una mejor normativa jurídica aplicable o nuevas estrategias para lidiar con las nuevas tecnologías y los llamados “agentes grises”.
España, tiene un gran punto a favor que es su gran y puntera industria tecnológica espacial y la gran implicación de las Fuerzas Armadas, pero tiene como gran desafío superar el problema de financiación y de coordinación con el resto de aliados.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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