China ha convertido la educación en un instrumento clave de su política exterior, especialmente en África. A través de becas, universidades y el Instituto Confucio, proyecta su poder blando y gana influencia estratégica, cultural y diplomática. Frente a una Europa estancada, Pekín ofrece una narrativa alternativa que fortalece sus lazos con las élites africanas y redefine el equilibrio geopolítico global.
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Educación como poder blando: China utiliza programas educativos y culturales para moldear percepciones y consolidar su influencia en África.
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Competencia con Occidente: Frente al mode
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