Parecía que la calma había llegado a las aguas del Mar Negro cuando en 1992 la península de Crimea había logrado su tan ansiada autodeterminación, convirtiéndose en una República Autónoma bajo el mando administrativo del país vecino Ucrania. Atrás quedaban siglos de disputas, años en las que los rusos se habían enfrentado a cualquier enemigo que osara ocupar la península e hiciera peligrar su única salida hacia el Mar Mediterráneo, lo que le permitía extender sus rutas comerciales.
Todo comenzó unas décadas a
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