El renovado llamamiento de Estados Unidos para que los países europeos de la OTAN aumenten su gasto en defensa hasta un 5% del PIB ha vuelto a tensar la cohesión transatlántica. Mientras Washington insiste en una mayor implicación militar de sus aliados, Europa responde con posturas divididas, cuestionando la viabilidad, la justicia y el propósito de esta exigencia. Este artículo analiza el trasfondo geopolítico, las distintas reacciones dentro de la alianza y los posibles caminos para equilibrar seguridad, soberanía y sostenibilidad fiscal.
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Una nueva meta ambiciosa: La propuesta de elevar el gasto en defensa al 5% del PIB, sugerida por algunos aliados como Polonia, supera ampliamente el actual compromiso del 2% y responde al nuevo contexto de amenazas, especialmente tras la invasión rusa de Ucran
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