Durante los dos primeros meses del año, la crisis ambiental se ha hecho notar especialmente en algunos rincones del mundo impactando en los más vulnerables. Al mismo tiempo ciertos acontecimientos políticos, como la invasión a Ucrania, han alterado el orden internacional. Ante esto nos preguntamos, ¿qué papel juega la cooperación internacional? ¿es una herramienta realmente útil?
Mismo planeta, mundos paralelos
El 6 de enero de 2022 el sur de Madagascar sufrió la primera hambruna debido a una sequía sin precedentes en los últimos 40 años y, con la cual se hace más patente que desde hace al menos 10 años, el 95% de la gente padece de inseguridad alimentaria. En países de Sudamérica como Argentina y Paraguay, los efectos del cambio climático no se quedaron atrás. Desde el mes de Enero en Argentina, en las provincias de Corrientes – donde está el humedal más grande del país – y Misiones, se desataron fuegos incontrolables durante un mes. La provincia de Corrientes perdió 85.238 hectáreas, lo que representa un 8,8% de su territorio. En este sector del país se cultiva la yerba mate, producto típico argentino y del cual se estima que su producción podría caer un 30%. No es detalle menor mencionar que la yerba mate es un producto de la canasta básica alimentaria, y si se reduce la oferta de yerba mate y se mantiene o aumenta su demanda, el precio de este bien aumentará impactando en la economía de los argentinos.
En Paraguay, al mismo tiempo, hubo incendios y sequías que arruinaron las tierras fértiles donde se cultiva soja. Se estima que las pérdidas podrían superar los 3.000 millones de dólares, provocando otro sector Latinoamericano que será golpeado económicamente por el desastre natural. En la misma región que Argentina y Paraguay está Colombia, quien no quedó fuera del festín del desastre ecológico. Debido a la deforestación en la zona de la Amazonia colombiana, se han extendido fuegos que tienen el mismo efecto que en Paraguay y Argentina: efectos negativos para el sector agrícola, la clave de subsistencia de estos países exportadores de bienes primarios.
Si hay algo de lo cual uno puede estar seguro es que, al igual que la pandemia del Covid-19, los efectos del cambio climático alcanzan a todos por igual. Australia este verano no quedó exenta de sufrir incendios incontrolables que no solo dejan áreas devastadas sino que, además, amenazan la vida de las personas. A pocos kilómetros de la cuarta ciudad más grande del país, Perth, el fuego arrasó 100 hectáreas mientras que las temperaturas alcanzan los 40° y hacen casi imposible apagar los incendios que están poniendo en peligro la flora y la fauna de la zona.

Mientras el sur global combate los desastres climáticos, los líderes de occidente norte deben enfrentar las problemáticas que Vladirmir Putin crea y que ponen en riesgo la paz y seguridad del continente europeo. El día 24 de febrero, el presidente de Rusia invadió Ucrania poniendo en crisis el orden mundial como no ocurría desde la Guerra Fría. Europa occidental y la OTAN, cooperan con Ucrania para hacer frente a este conflicto bélico, del cual es imposible saber con precisión cómo acabará. En diciembre de 2021, un artículo del Washington Post anunciaba la creencia de que Rusia planeaba una invasión a Ucrania, debido – entre otras cosas – al coqueteo de Kiev con la OTAN al querer formar parte de su alianza.
En este panorama actual del mundo de hoy tenemos por un lado la crisis climática pidiendo a gritos cooperación internacional para poder alcanzar los objetivos del acuerdo de París y, por otro lado, la paz en Europa pidiendo ser restituida como consecuencia de un presidente autoritario que se atreve a utilizar armas como primer recurso en vez de utilizar el diálogo.
¿Cómo es posible que se pretenda que los líderes del mundo cooperen para hacer frente a los devastadores efectos del calentamiento global, cuando aún existen presidentes que desatan conflictos bélicos y deciden invadir un país en democracia?
La cooperación internacional, un anhelo del pasado.
¿Por qué hablar de cooperación internacional resulta casi utópico? ¿Por qué los Estados no logran poner en común sus intereses para alcanzar objetivos globales como reducir las emisiones de carbono y evitar conflictos bélicos? ¿Es por la propia naturaleza del sistema internacional, la anarquía, que los Estados no se ven motivados a cooperar?
En las últimas dos décadas del siglo XXI la Cooperación Internacional Ambiental se vio afectada por varias causas, entre ellas la diversidad de regímenes políticos que han ido modificando el orden mundial pasando de un mundo unipolar en la última década del siglo XX, luego del fin de la Guerra Fría, a un mundo multipolar a principios del siglo XXI. El mundo unipolar de los noventa estaba liderado por Estados Unidos, triunfador de la Guerra Fría, que impuso su modelo capitalista occidental en todo el mundo.
Pero en las dos primeras décadas del siglo actual, se da el ascenso de China como potencia mundial y de India siguiendo sus pasos, lo que trae como consecuencia nuevos líderes para los países en vías de desarrollo, quienes están en la búsqueda de ayuda financiera y nuevos socios comerciales. El solo hecho de que el mundo sea multipolar, con más de una potencia mundial, implica que hay diferentes intereses, diferentes modelos económicos, regímenes políticos distintos y que la democracia liberal empieza a entrar en crisis y surgen muchos más populismos y autocracias que en décadas anteriores.
Quienes leen este artículo se preguntarán qué tiene que ver todo esto con la cooperación internacional ambiental. Pues bien, tiene que ver y mucho. Dentro del surgimiento de nuevos regímenes políticos, aparecen los populismos de derecha e izquierda en todo el mundo, teniendo como punto en común el rechazo a la globalización (idea que no va de la mano con cooperación) y discursos donde niegan la existencia del calentamiento global, dos de los motivos por los cuales podría explicarse su tendencia a no cooperar en materia ambiental. Los populismos contemporáneos fueron y son el de Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Víctor Orban en Hungría, Recep Tayyip Erogan en Turquía, Hugo Chávez y Nicolas Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Andrzej Duda en Polonia. Hay evidencia que demuestra que este tipo de régimen político rechaza cualquier tipo de política ambiental y no muestra motivación a la hora de cooperar en espacios multilaterales ni en firmar acuerdos para mitigar los efectos del cambio climático.
Llamado urgente a la Cooperación Internacional Ambiental
Como todos los años, el Foro Económico Mundial presentó el Informe Anual de Riesgos Globales en el cual se puede ver que 5 de los 10 riesgos a corto y largo plazo son consecuencias del cambio climático. Algunos de estos riesgos son: extremas temperaturas, pérdida de la biodiversidad o fracaso de la acción climática. Estos riesgos se podrían gestionar a través de la cooperación internacional, pero ya puede verse que la misma es una utopía por el momento.
La NASA, por su parte, también ha emitido un informe en enero de este año donde menciona que la temperatura global aumentó 1,5° solamente en los últimos 10 años. En dicho informe anunció que para 2050 podríamos alcanzar una temperatura de 2°, lo que tendría un impacto irreversible para la tierra y sus habitantes. Por ejemplo, al día de hoy, más del 40% de la población mundial se encuentra en estado de vulnerabilidad frente al cambio climático.

Para hacer frente a los efectos del cambio climático y conducir al mundo pleno de energías renovables (limpias) se necesita dinero. Esta transición no es fácil pensarla para regiones como América Latina, en donde casi todos los países han pagado muy caro el costo de la pandemia del COVID-19 y están en búsqueda de esquemas de recuperación económica, combatiendo altos niveles de inflación.
Mientras Europa empezó a disfrutar de un descanso de los contagios de Covid19, Rusia decide invadir Ucrania generando un impacto negativo no solo en la seguridad para la región sino también en sus economías. Hasta el momento el valor del petróleo superó los 100 dolares por barril (beneficios para los exportadores de este bien, negativo para quienes importan) y los europeos están pagando casi más del 70% de gas natural. Sumado a esto, tanto Rusia como Ucrania exportan al mundo metales como aluminio y níquel, que se utilizan para hacer autos y celulares, Una reducción en la exportación de estos bienes impacta directo en el costo de su producción, elevando el valor de estos bienes en el mercado.
Como siempre, mientras unos se favorecen otros se perjudican. Mientras el mundo vuelve a experimentar las consecuencias de vivir en una economía hiper globalizada, al igual que en la crisis de 2008, la Tierra continúa aumentando su temperatura y causando estragos en diferentes rincones del mundo. Si previo al escenario actual la cooperación internacional ambiental estaba en un estado de fragilidad casi irremediable, hoy puede verse como una utopía en el horizonte. Quizás el sistema internacional deba tomar conciencia urgentemente de que para lograr los Acuerdos de París y reducir las catástrofes naturales del cambio climático, hay que contribuir a la cooperación internacional ambiental porque no existe un planeta B.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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