Los lazos que unen a la yakuza –nombre que reciben todos las organizaciones criminales japonesas- con el régimen de Corea del Norte son muchos más y mucho más profundos de lo que pueda parecer. Y es que más allá del interés económico mutuo que existe en sus colaboraciones “empresariales”, los vínculos entre los bajos fondos de Tokyo y las más altas esferas de Pyongyang son también políticos, sociales, demográficos e históricos.
El aislamiento que sufre Corea del Norte a través de las sanciones económicas han llevado al régimen a tener que recurrir a actividades ilícitas para obtener ingresos. Dichas actividades van desde la venta de armas hasta el tráfico de drogas, pasando por la falsificación de billetes y los ciberataques. Lo que puede resultar sorprendente es que, con los años, estos ingresos han pasado a ser considerables, y han contribuido, ya no solo a
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