Presentamos el segundo Informe Mensual Global de febrero de este 2022 que será tristemente recordado como el mes en el que Putin rompió el statu quo.
Este mes de febrero ocupa ya un lugar en la historia de la infamia con la cobarde e injustificada agresión rusa contra Ucrania, rompiendo así todos los marcos establecidos de la legalidad internacional. El peor de los escenarios que se manejaban ante la escalada de tensiones que venía ocurriendo desde hacía meses y también el más improbable, se ha cumplido el 24 de febrero. Ese día, de madrugada, la artillería y aviación rusas golpeaban infraestructuras claves ucranianas (aeropuertos, depósitos de armas, etc) y comenzaba la invasión por tierra a lo largo de toda la frontera con Bielorrusia y Rusia, así como desde la Crimea ocupada. Lo que en un principio parecía una acción rápida que buscaba tomar Kiev y deponer al gobierno elegido democráticamente, se ha estancado y ha entrado en una fase más cruel si cabe donde se han visto escenas de ataques contra civiles, como el masivo bombardeo contra grandes ciudades como Járkov.
Rusia ha estado jugando a un juego al que nos tenía acostumbrados y que domina a la perfección: el engaño y la mentira. Vladimir Putin y su camarilla, afirmaron en repetidas ocasiones mintiendo al mundo entero y a los líderes europeos como Macron y Scholz que le visitaron para tratar de agotar la vía diplomática, que la concentración de tropas que tanto preocupaba al mundo (la mayor desde la Segunda Guerra Mundial) era solo un ejercicio militar conjunto con Bielorrusia. Los hechos actuales han hecho que Moscú se quite la careta y muestre la verdadera cara amarga de lo que va camino de convertirse en una dictadura dual entre Bielorrusia y Rusia. La retórica con la que Moscú ha tratado de justificar la mayor guerra en Europa en décadas (rompiendo así la paz continental y puede que global) es del todo delirante. Razonamientos como que Ucrania era una amenaza para Rusia y que por ello había que desarmarla, o que en Kiev se afianzaba un gobierno “nazi” y que había que “desnazificar” el país, son dos de los pilares que el Kremlin ha repetido machaconamente en sus discursos, orientados a nivel interno especialmente, para justificar esta guerra.
Los estragos de esta agresión no lo pagarán los oligarcas que mantienen a Putin en el poder, sino los ciudadanos de a pie tanto de Ucrania a quienes les han cambiado la vida para siempre llevando la guerra a la puerta de sus casas, pero también de Rusia cuyos gobernantes y sus decisiones han llevado a la comunidad internacional a imponer unas severas sanciones económicas como necesaria respuesta y que tendrán un notable impacto en la vida diaria. La cuestión es ¿Hasta cuándo soportará el pueblo ruso un liderazgo caciquil como el que represente Vladimir Putin?
Una cosa esta clara, la historia no le recordará como un buen gobernante y desde luego no le absolverá, como diría un antiguo aliado suyo.
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