La situación del país árabe con capital en Saná es dramática, con un territorio asolado por los continuos y destructivos ataques aéreos, un bloqueo económico sin precedentes y una crisis humanitaria que la ONU califica como el peor desastre humanitario causado por el hombre.
Sin embargo, las repercusiones internacionales son mínimas, teniendo como principales actores los países de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, por parte de Occidente; y de Arabia Saudita e Irán, por parte de Oriente. El conflicto armado se ha extendido durante los últimos seis años, dejando tras de sí pobreza, hambruna y enfermedades, un cóctel que ha resultado explosivo, dejando un país sin esperanza ni aspiraciones de futuro.